
de: Apolo Gisto

Para: Grandes Montañas
Para el noticiero más favorito de todos los noticieros más favoritos
Para mi estimado Francisco Javier y mi único lector. Te estoy enviando un escrito comentándote algunas cuestiones interesantes sobre la nutrición, ya que en esta sociedad actual en la que nos tocó vivir ( y sufrir) está de moda seguir algún tipo de dieta. Existen algunas con nombres curiosos, como la de la luna y otras para parecerse a la estrellas de cine o de la TV del momento. Por ejemplo diez vasos de agua en ayunas con un licuado de perejil acompañado de “pápalo”, es muy bueno para parecerse a… (jajajeje). Lo que se nos olvida es que la modelo es joven, come muy bien y genéticamente de buen tipo. En fin, estamos invadidos por informes de la televisión ( que es nuestra guía con mas importancia que la SEP) y estamos cometiendo terribles errores, sobre todo con los niños. Me da pánico verlos en los desfiles conmemorativos. El mexicano no era obeso, pero ahora recetándose las fritangas que venden en almacenes y boutiques de moda, sentados ante la TV todo el día, como no van a cambiar.
Comer para ser inteligente
Comer para ser inteligente
Dice Isabelle Artus en la revista Marie Claire que:…”nuestro cerebro tiene hambre. Para funcionar como debe, necesita azúcares, proteínas, grasa, vitaminas. Si se ve desprovisto de alguna sustancia se produce un cortocircuíto. De allí a imaginar una nutrición para el desempeño intelectual hay solo un paso. La ciencia investiga, y comienza a encontrar”.
Se sabe muy bien, que las neuronas, células del cerebro, no se reproducen, es decir, nacemos con un número determinado (al pasar el tiempo van muriendo), y después de los 40 años de edad, diariamente desaparecen unas cien mil células nerviosas. Este dato puede asustar, pero hay estudios que señalan que una persona de 80 años de edad conserva el 70% de dichas células; aunque hay algo curioso, no todas ellas trabajan sino que están como “desempleadas”. Lo que importa, no es el número de neuronas (que tenemos o perdemos), sino el uso que les demos a ellas, a sus conexiones.
Estudios científicos demuestran que debemos concentrarnos en las que tenemos y la calidad de vida que se les da, que está en íntima relación con lo que comemos. Hay un viejo sueño que se empieza a hacer realidad: “comer para ser inteligente”
Hoy se sabe que el cerebro, igual que cualquier otro órgano, necesita nutrirse. ¿Pero que es lo que necesita?, ¿en qué cantidad? Lo esencial para este órgano son los ocho aminoácidos esenciales (isoleucina, leucina, lisina, metionina, triptófano, valina, treonina y fenilalanina), dos ácidos grasos (linoléico y alfa linoléico). A esto hay que agregarle vitaminas como la A, E, K, C y todas las del complejo B y sin olvidar a minerales como el calcio, fósforo, magnesio, sodio (sal), potasio, azúfre, cloro, hierro, yodo, cobre, zinc, cobalto, selenio y otros muchos. La falta de uno de ellos, por pequeña que sea su dosis, trastorna el equilibrio causando un caos.
Menciona Jean - Marie Bourre, que el ser humano tiene una capacidad natural para encontrar en su alimentación lo que necesita; por ejemplo, dicen que los esquimales se procuran de la necesaria vitamina B1, comiendo las bolsas de liquen que encuentran dentro del estómago del reno; o que los indígenas mexicanos, obtienen el triptófano al tratar el maíz con agua de cal. El problema está ahora, en que nos dejamos influenciar por intereses diversos con sugerencias que no son correctas en la alimentación (y en otros campos). Por ejemplo, me da terror escuchar que a los niños mexicanos (y a los adultos) NO hay que darles, azúcar, grasas, sodio, y otros nutrientes. Consúmanse solo alimentos “laig” (o como se escriba en inglés, que ya sabes yo nunca he podido aprender – ni para “mojado” serviría). Todas las sugerencias de dietas para adelgazar obligan a renunciar a lo que el cerebro adora: los azúcares y las grasas; y lo que es peor, sin lo que no puede estar. Hay que recordar que el cerebro no puede almacenar nutrientes. Los lípidos y los prótidos son los constituyentes de las células (entiéndase grasas y proteínas).
Los científicos asocian la aparición de la inteligencia con el consumo de ácido graso poliinsaturado y mencionan autores, que si nuestros antepasados no hubieran comido pescado seguiríamos en estadio de primates bípedos. Sin lugar a dudas, el 70% de la sustancia gris cerebral y el 50% de la blanca son grasas. Como una conclusión, las grasas y las proteínas constituyen nuestras células, los azúcares las nutren.
Espero que no les de pánico lo que mencionaré. Cuando se habla de azúcares en general, los especialistas emplean términos como glúcidos o carbohidratos. Entre estos se encuentra el azúcar refinada (llamada también sacarosa) constituida por dos elementos: la glucosa y la fructuosa. El cerebro humano consume en promedio 4 gramos de glucosa por hora, pero puede duplicar la dosis, porque en ciertos momentos, el trabajo cerebral solicitará más energía para continuar; o estados emocionales también lo harán.
Por favor no vaya usted a pensar: voy a comer todos estos nutrientes y seré inteligente; o peor aún, ir a una farmacia y comprarse un producto donde aparezcan todos los elementos señalados. Lo importante es tener un equilibrio entre lo que ingresa a su organismo, o sea sus alimentos (y su calidad), con las necesidades personales (entre ellas el ejercicio). Pero eso sí, cuidado con lo que está bombardeando la televisión. Allí se da publicidad a productos que le hacen subir, bajar, perder, limpiar y mil etcéteras mas de manera milagrosa.
Lo último que escuché es de un producto que hace que el intestino grueso facilita el paso del “bolo alimenticio”… por favor que falta de conocimientos de la fisiología, en el colon se forman las heces fecales.
Pienso que el tema es interesante, mientras tanto lo invito a tomarse una taza de café, ¡¡pero endulzado!! ( su cerebro se lo agradecerá)… de eso platicaremos después, así como también platicare del porqué los estudiantes se “duermen en clase”.
Se sabe muy bien, que las neuronas, células del cerebro, no se reproducen, es decir, nacemos con un número determinado (al pasar el tiempo van muriendo), y después de los 40 años de edad, diariamente desaparecen unas cien mil células nerviosas. Este dato puede asustar, pero hay estudios que señalan que una persona de 80 años de edad conserva el 70% de dichas células; aunque hay algo curioso, no todas ellas trabajan sino que están como “desempleadas”. Lo que importa, no es el número de neuronas (que tenemos o perdemos), sino el uso que les demos a ellas, a sus conexiones.
Estudios científicos demuestran que debemos concentrarnos en las que tenemos y la calidad de vida que se les da, que está en íntima relación con lo que comemos. Hay un viejo sueño que se empieza a hacer realidad: “comer para ser inteligente”
Hoy se sabe que el cerebro, igual que cualquier otro órgano, necesita nutrirse. ¿Pero que es lo que necesita?, ¿en qué cantidad? Lo esencial para este órgano son los ocho aminoácidos esenciales (isoleucina, leucina, lisina, metionina, triptófano, valina, treonina y fenilalanina), dos ácidos grasos (linoléico y alfa linoléico). A esto hay que agregarle vitaminas como la A, E, K, C y todas las del complejo B y sin olvidar a minerales como el calcio, fósforo, magnesio, sodio (sal), potasio, azúfre, cloro, hierro, yodo, cobre, zinc, cobalto, selenio y otros muchos. La falta de uno de ellos, por pequeña que sea su dosis, trastorna el equilibrio causando un caos.
Menciona Jean - Marie Bourre, que el ser humano tiene una capacidad natural para encontrar en su alimentación lo que necesita; por ejemplo, dicen que los esquimales se procuran de la necesaria vitamina B1, comiendo las bolsas de liquen que encuentran dentro del estómago del reno; o que los indígenas mexicanos, obtienen el triptófano al tratar el maíz con agua de cal. El problema está ahora, en que nos dejamos influenciar por intereses diversos con sugerencias que no son correctas en la alimentación (y en otros campos). Por ejemplo, me da terror escuchar que a los niños mexicanos (y a los adultos) NO hay que darles, azúcar, grasas, sodio, y otros nutrientes. Consúmanse solo alimentos “laig” (o como se escriba en inglés, que ya sabes yo nunca he podido aprender – ni para “mojado” serviría). Todas las sugerencias de dietas para adelgazar obligan a renunciar a lo que el cerebro adora: los azúcares y las grasas; y lo que es peor, sin lo que no puede estar. Hay que recordar que el cerebro no puede almacenar nutrientes. Los lípidos y los prótidos son los constituyentes de las células (entiéndase grasas y proteínas).
Los científicos asocian la aparición de la inteligencia con el consumo de ácido graso poliinsaturado y mencionan autores, que si nuestros antepasados no hubieran comido pescado seguiríamos en estadio de primates bípedos. Sin lugar a dudas, el 70% de la sustancia gris cerebral y el 50% de la blanca son grasas. Como una conclusión, las grasas y las proteínas constituyen nuestras células, los azúcares las nutren.
Espero que no les de pánico lo que mencionaré. Cuando se habla de azúcares en general, los especialistas emplean términos como glúcidos o carbohidratos. Entre estos se encuentra el azúcar refinada (llamada también sacarosa) constituida por dos elementos: la glucosa y la fructuosa. El cerebro humano consume en promedio 4 gramos de glucosa por hora, pero puede duplicar la dosis, porque en ciertos momentos, el trabajo cerebral solicitará más energía para continuar; o estados emocionales también lo harán.
Por favor no vaya usted a pensar: voy a comer todos estos nutrientes y seré inteligente; o peor aún, ir a una farmacia y comprarse un producto donde aparezcan todos los elementos señalados. Lo importante es tener un equilibrio entre lo que ingresa a su organismo, o sea sus alimentos (y su calidad), con las necesidades personales (entre ellas el ejercicio). Pero eso sí, cuidado con lo que está bombardeando la televisión. Allí se da publicidad a productos que le hacen subir, bajar, perder, limpiar y mil etcéteras mas de manera milagrosa.
Lo último que escuché es de un producto que hace que el intestino grueso facilita el paso del “bolo alimenticio”… por favor que falta de conocimientos de la fisiología, en el colon se forman las heces fecales.
Pienso que el tema es interesante, mientras tanto lo invito a tomarse una taza de café, ¡¡pero endulzado!! ( su cerebro se lo agradecerá)… de eso platicaremos después, así como también platicare del porqué los estudiantes se “duermen en clase”.
Apolo Gista o sea el corporin hijo de… Apolo


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