WENCESLAO-CARLOS LOZANO, ACADÉMICO DE BUENAS LETRAS DE GRANADA
«La traducción literaria es un oficio mal pagado»
El traductor y filólogo ingresa hoy en la institución granadina con un discurso sobre la interpretación de textos
JUAN LUIS TAPIA
«La traducción literaria es un oficio mal pagado»
El traductor y filólogo ingresa hoy en la institución granadina con un discurso sobre la interpretación de textos
JUAN LUIS TAPIA
El traductor, filólogo y profesor Wenceslao-Carlos Lozano (Tánger, 1952) ingresa hoy en la Academia de Buenas Letras con un discurso sobre la traducción literaria, un género que se equipara a la crítica o cualquier otra actividad de las letras. Académico correspondiente de la española de Norteamérica, Wenceslao-Carlos es un activista cultural con presencia destacada en publicaciones como 'El Fingidor' y el traductor del 'autor' galo Yasmina Khadra.-¿Qué cree que puede aportar a la Academia de Buenas Letras de Granada?-En esta Academia hay gente muy valiosa. Son todos los que están, aunque no estén todos los que son, pues Granada, con su universidad a la cabeza, es un hervidero intelectual y artístico. Soy un profesor de Filología y un traductor literario apasionado por su trabajo, e intentaré aportar lo mejor de mí mismo, que es para lo que se supone que gente tan respetable, y respetada por mí, me ha honrado admitiéndome junto a ellos.-¿Cómo es el papel de la Academia en el panorama de las letras granadinas?-Una ciudad como Granada ya no se puede concebir sin su Academia. Esta semana pasada ha sido elegido por unanimidad su segundo presidente, Antonio Sánchez Trigueros, quien hereda una institución con seis años de existencia, una etapa fundacional y fundamental en su historia, cuyo éxito ha sido posible gracias a la muy encomiable labor de su presidente fundador, Arcadio Ortega, y a su junta de gobierno, con Antonio Chicharro en su secretaría general. Sólo he escuchado bondades sobre la labor de esos compañeros y esforzados pioneros. Han hecho posible que hoy la Academia esté en condiciones de asumir su destino con ánimo y confianza, y de convertirse en lo que sus miembros quieran que sea: en cualquiera de los casos, piedra angular de las letras granadinas.-¿Qué opina sobre la existencia de diferentes grupos y capillas literarias en la Academia?-Es lo normal. Lo preocupante sería lo contrario. Al igual que cualquier otra entidad, la Academia es el reflejo de una sociedad libre y abierta, donde la gente se reúne por afinidades y donde se ejerce la crítica. Lo importante es que, más allá de desavenencias artísticas o personales, prevalezca el sentido de la responsabilidad intelectual y social de quienes comparten un mismo techo y se deben a él como depositarios de un bien cultural público. -¿Qué dificultades presenta la traducción literaria actual?-Traducir bien no está al alcance de cualquiera sin una previa preparación. Así lo avalan las muchas facultades de traducción y su elevada demanda de plazas. La traducción literaria es otro asunto. A la formación técnica hay que añadir una buena dosis de vocación y de instinto literario. Se trata por tanto de un oficio que requiere una ardua y larga formación, difícil y mal pagado, especialmente en España donde las ediciones son muy cortas y el traductor se lleva buena parte del margen de beneficios del editor, sobre todo del pequeño. Pero soy optimista en el sentido de que el gremio de traductores está hoy mucho más organizado.-¿Se hacen buenas traducciones en España?-Claro que se hacen muchas buenas traducciones en España. El lector es cada vez más exigente, y muy imprudente tiene que ser un editor para elegir a sus traductores al tuntún. Dicho esto, hay editores malos pagadores y traductores incumplidores, dos factores determinantes en la calidad de una traducción.jltapia@ideal.es

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